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Carlos II (1660-1685)

Publicado: junio 21, 1010 en Uncategorized

Carlos era encantador, amante del placer, inteligente e indolente. Mostró un enorme valor y construyó un régimen de amplia base. Repartió el poder entre los diferentes partidos. Exiliado en Holanda, Carlos firmó la Declaración de Breda. Se concedía una amnistía general. El Parlamento se encargaría del problema de la expropiación de tierras, lo que implicaba para los realistas la esperanza de su recuperación. Los independientes podían confiar en una tolerancia religiosa. Por todo ello, el recibimiento de Carlos II en Londres fue multitudinario.
Mediante la Ley de Amnistía y Olvido, el Parlamento amnistió a todos, salvo a los que había firmado la sentencia de muerte de Carlos I. La cabeza de Cromwell fue expuesta durante 25 años en un mástil delante del Parlamento. Once personas fueron ejecutadas públicamente. El Ejército fue desmantelado, tras pagarle lo que se le debía. Los lores de la Cámara y los obispos volvieron a sus puestos, incluyendo el episcopado escocés. Las tierras de la Iglesia y de la Corona fueron devueltas.
Pese a las intenciones de tolerancia del rey, el Parlamento restauró la supremacía anglicana. En 1661, la Ley de Corporación estableció la desposesión de los funcionarios no anglicanos. Esta Ley continuó vigente hasta 1828. La Ley de Uniformidad de 1662 exigió que los clérigos fueran ordenados por obispos y que en los servicios religiosos se utilizase solo el Devocionario. La Ley de los Conventículos de 1664 prohibió los servicios religiosos que no fuesen anglicanos (a partir de 1670 esta Ley dejó de cumplirse). La Ley de las Cinco Millas de 1665 prohibió que los clérigos disidentes vivieran en un radio de cinco millas de las ciudades.
Los ingleses pugnaron con los holandeses por la preponderancia comercial. Desde 1663 las colonias inglesas solo podían importar bienes europeos desde Inglaterra y en barcos ingleses. En 1664 los ingleses tomaron Nueva Ámsterdam, denominándola Nueva York. En 1665 Jacobo, duque de York y hermano de Carlos, derrotó a la escuadra holandesa en Lowestoft. En junio de 1666 la Batalla de los Cuatro Días supuso enormes pérdidas para ingleses y holandeses. En ese mismo año Londres se vio atacado por la peste, que se llevó a 56.000 personas. Siguió el gran incendio de Londres. La Corona se vio en la bancarrota. Carlos II comenzó las negociaciones de paz con los holandeses en mayo de 1667 y reunió la flota en Chatham. El almirante holandés De Ruyter aprovechó la ocasión: incendió tres buques y capturó el Royal Charles, buque insígnea. La guerra concluyó con el Tratado de Breda, e Inglaterra se hizo de forma definitiva con Nueva York y Nueva Jersey, territorios sin importancia en aquel entonces.
Cuando Luis XIV invadió los territorios españoles en los Países Bajos, Inglaterra se alió con los holandeses. Pero Carlos y Luis firmaron el Tratado de Dover. Carlos recibía un subsidio anual mientras durara la guerra y se hacía con parte del imperio holandés. En las cláusulas secretas, Carlos II se comprometió a permitir el catolicismo. En efecto, Carlos declaró la guerra a los holandeses y firmó la Declaración de Indulgencia que permitía los ritos católicos en privado.
En marzo de 1672 el Parlamento obligó a Carlos a cancelar la Declaración y aprobó la Ley de Prueba, por la que todos los que ocupaban un puesto oficial debían comulgar de acuerdo con la Iglesia de Inglaterra y negar la trasubstanciación (rigió hasta 1828). El Parlamento se negó a conceder más dinero para la guerra y Carlos firmó la paz con los holandeses en 1674. En 1678 se produjo un supuesto complot papista: 35 inocentes fueron ejecutados. El Parlamento quiso excluir de la sucesión al duque de York, católico, y Carlos lo disolvió. La Cámara de los Comunes del siguiente Parlamento aprobó un proyecto de Ley en el mismo sentido, que fue rechazado por la Cámara de los Lores. El Parlamento quedó nuevamente disuelto. Los exclusionistas se llamaron más tarde whigs y los que se oponían a la exclusión tories. Carlos no convocó el Parlamento entre 1681-1685. Tras el frustrado complot de la Casa de Rye, que pretendió el asesinato de Carlos y Jacobo, fueron ejecutados algunos de sus oponentes. Carlos II se convirtió al catolicismo en el lecho de muerte.